jueves, 27 de noviembre de 2014

Francisco Antonio Barroetaveña El precursor de la Unión Cívica



Francisco Antonio Barroetaveña nació en Gualeguay, Entre Ríos, el 20 de julio de 1856; Abogado, escritor y gran orador, fue uno de los principales artífices en  la creación de la Unión Cívica de la Juventud que luego llegaría a transformarse en la Unión Cívica Radical.
                Su artículo publicado en el Diario la Nación el 20 de agosto de 1889, titulado "¡Tu quoque juventud! En tropel al éxito" le valió gran protagonismo en la vida política argentina, puesto que este artículo se transformó en un disparador y ocasiono una gran movilización histórica en ese momento. En este Artículo condenaba la ausencia de principios morales de aquellos que sostenían y apoyaban al entonces Presidente Miguel Juárez Celman.
                A Partir de este artículo que se transformó en  un llamamiento a toda la civilidad, se fundó en 1889 la Unión Cívica de la Juventud de la que Fráncisco Barroetaveña fue Presidente. Pero este llamamiento no concluiría solamente con la reunión de jóvenes en torno a una nueva organización política, sino que sería el puntapié inicial para introducir en la política Argentina el debate de cuestiones trascendentales para nuestro país. Fue así como al movimiento se fueron sumando figuras notables de la política como Leandro Alem, Bartolomé Mitre, Bernardo de Irigoyen, Vicente Fidel López, Aristóbulo del Valle, entre otros. Esto dio paso a un movimiento mucho más amplio y no solo de carácter juvenil o generacional y por consiguiente se convocó a un trascendental acto el 1° de septiembre en el Jardín Florida, de este acto se constituiría la Unión Cívica de la que Leandro Alem sería elegido Presidente del nuevo Movimiento.
                De aquel acto del 1° de Septiembre y de la fundación de la "Unión Cívica" surgió una nueva convocatoria a otro acto todavía mayor que se realizó el 13 de Abril de 1890 en el Frontón Buenos Aires, calle Córdoba 1130. En ese acto hablaron Mitre, Alem, el joven Barroetaveña, Aristóbulo del Valle y José Manuel Estrada.
                Tres meses después de este acto estalló la revolución del Parque, el 26 de Julio de 1890. Una gran parte del ejército se plegó al Gral. Manuel J. Campos que la encabezaba y una inmensa cantidad de voluntarios civiles respondió al llamado de la Junta Revolucionaria presidida por Leandro N. Alem. Los revolucionarios debieron desistir de su intento por falta de armas y de munición para tantos voluntarios. Triunfó el mayor poder económico del gobierno corrupto, pero Juárez Celman debió renunciar y en el Congreso un diputado pronunció aquella famosa frase: "La Revolución ha sido vencida pero el gobierno está muerto". Desgraciadamente no era verdad sino en lo que se refería a Juárez Celman, pero el sistema del Gral. Roca, remozado, siguió dominando el país por varios años más, para ser substituido por otros sistemas peores poco después de iniciado el siglo XX.
                Tras la renuncia del presidente Juárez Celman después de la revolución del Parque, la Unión Cívica se constituyó como partido.
El general Mitre se catapultaba como el candidato de la Unión Cívica para las elecciones presidenciales de 1892, acompañado por Bernardo de Irigoyen. Pero el Acuerdo que Mitre celebró con el general Julio Roca para concurrir con una fórmula conjunta con el Partido Autonomista Nacional llevó a que un sector de la Unión Cívica se opusiera rotundamente, puesto que este acuerdo era claramente transigir en los principios que dieron origen a la Unión Cívica, este acuerdo suponía aliarse al mismo contubernio que el Partido combatía. Alem en respuesta al acuerdo de Mitre le contestaría inmortalizando una frase que quedará en la historia: “Yo no acepto el acuerdo, soy radical en contra del acuerdo, soy radical intransigente...”
                De esta forma gran parte de los miembros de la Unión Cívica siguiendo a Alem se escindieron en 1891 formando la Unión Cívica Radical. Otra parte de los miembros sostuvieron la política acuerdista y siguieron al general Mitre en la Unión Cívica Nacional, partido que existió hasta 1902.
                La UCR concurrió a los comicios presidenciales de 1892, sin mayor resonancia. Pero en 1894 y 1895 obtuvo representaciones parlamentarias por la Provincia de Buenos Aires y la Capital Federal, una bancada presidida por Francisco Barroetaveña, en tanto que en el Senado estaba representado por Bernardo de Irigoyen y Leandro Alem. La Unión Cívica Radical representaba el ideario liberal clásico: la limitación al poder, la vigencia de la Constitución, la independencia del Congreso frente al Poder Ejecutivo, el respeto al federalismo y las autonomías municipales, el librecambio y la libertad en educación. Pero en 1896 se suicidó Leandro Alem, con lo que la figura de su sobrino Hipólito Yrigoyen adquirió relevancia en el seno del radicalismo bonaerense. Cuando la UCR comenzó a tratar una alianza con la UCN con vista a los comicios presidenciales de 1898 para enfrentar a la candidatura de Julio Roca, fue Hipólito Yrigoyen quien desoyó el mandato del Comité Nacional del partido, provocando la primera ruptura de la UCR. Quienes continuaron bajo el liderazgo de Bernardo de Irigoyen y Francisco Barroetaveña, se congregaron bajo el rótulo de Unión Cívica Radical coalicionista, en tanto que los seguidores de Hipólito Yrigoyen se denominaron “intransigentes”. El radicalismo coalicionista, en 1902, formó los Partidos Unidos con la Unión Provincial, que era la expresión bonaerense del PAN. En 1907, los Partidos Unidos cambiarán su nombre por el de Partido Conservador.
            Francisco Barroetaveña, dentro de la UCR apoyó a Leandro Alem y Marcelo T. de Alvear y se opuso tenazmente a Hipólito Yrigoyen con el cual siempre mantuvo disputas importantes hacia lo interno del partido.
                Barroetaveña fue un activo miembro de la masonería argentina de la que se cree que participó junto a Leandro Alem y que de allí fue de donde se generaron los fuertes lazos que ambos dirigentes mantenían.
                Se separó de la UCR y se integró al Partido Demócrata Progresista llegando a ser candidato a presidente de la Nación en 1932 por la fracción entrerriana del Radicalismo Antipersonalista, que se llamó UCR antipersonalista entrerriana.
                Fue un gran escritor reconocido en la época por su capacidad intelectual y dialéctica, en el que además de grandiosos documentos y discursos políticos que ha dejado también se encuentran publicaciones y obras como: "Bernardo de Irigoyen. Perfiles biográficos", "El gobierno del doctor Alvear", "Patria y religión", "Consecuencias de la victoria de Caseros".
                Luego de una dilatada trayectoria política y dejando una gran cantidadde documentos y discursos políticos e ideológicos que marcaron a toda una generación, fallece en Buenos Aires el 27 de noviembre 1933.

Pablo Eduardo Vázquez

viernes, 7 de noviembre de 2014

HORACIO OYHANARTE - Una vida al Servicio de la causa Nacional

Hablar o leer sobre Oyhanarte para quien además de ser Radical es Yrigoyenista produce una inmensa admiración y respeto, puesto que este insigne valuarte de la dirigencia de la Unión Cívica Radical fuera entre otras cosas aquel defensor de la causa Yrigoyenista hasta sus últimos días.
Horacio Bernardo Oyhanarte nació en Rojas, Provincia de Buenos Aires un 15 de marzo de 1885, fue abogado, recibido en la Universidad Nacional de La Plata en 1907, pero fundamentalmente se desarrolló como político y diplomático.
Su padre, Juan Oyhanarte, quien fue asesinado por los conservadores por razones políticas en 1896, también fue el presidente del primer Comité Radical de Rojas, y director del diario “La Verdad”, y luego sería dirigido por su madre, María Hegoburu. Toda la familia mantuvo siempre una relación de gran fidelidad a Hipólito Yrigoyen. Sus hermanos fueron Raúl, Juan, Rodolfo y Nicasio.
Se incorporó desde muy joven a las filas del Radicalismo siguiendo los pasos de su padre y abrazando la causa Radical Yrigoyenista.
Fue un hombre de acción, y el destino lo puso frente a Hipólito Yrigoyen, quien sería su conductor y su ejemplo. Será el hombre que supo unir su extraordinaria capacidad de acción, su desbordante energía, su pasión, con ese genio, con esa dosis de intelectualidad absolutamente necesaria para distinguirse y diferenciarse del resto. Se transformará en un orador claro y profundo, que despertaba el entusiasmo de quienes lo escuchaban, en sus discursos se imponía por sobre todo el contenido.
Participó en la Revolución radical de 1905. En 1914 fue elegido Diputado Nacional representando a la Unión Cívica Radical. Es histórico su discurso inicial como diputado cuestionando por fraudulenta la elección de la Provincia de Buenos Aires. En 1909 era secretario del Comité de la Juventud y posteriormente integró, entre otros cuerpos, la Convención y el Comité nacional.
                Durante la Primera Guerra Mundial defendió en el Congreso la posición de neutralidad. Solía actuar violentamente y batirse a duelo; en 1915 mantuvo un famoso reto a duelo con Alfredo Palacios, que no llegó a concretarse, pero que significó para este último su expulsión del Partido Socialista.
                Brindó toda su vida a los postulados que dieron origen, esencia y fundamento a la Unión Cívica Radical, entre ellos, abrazó la causa Yrigoyenista, la emancipación nacional, el sufragio libre, la reivindicación nacional, el respeto a la constitución y todo ello con un gran sentido ético y moral digno de aquellos Dirigentes que hicieron grande a la Unión Cívica Radical.
                Hizo un culto de la lucha contra el “régimen falaz y descreído”, aquel régimen oligarca, fraudulento, petulante y desvergonzado como él lo llamaba.
En la campaña electoral para las elecciones presidenciales de 1916, escribió su libro El Hombre, sobre la vida de Hipólito Yrigoyen, que tuvo una influencia importante en la  elección para Presidente de la Nación.
                Durante la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen (1928-1930) desempeñó el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores. En su gestión se destaca el acuerdo D'Abernon - Oyhanarte con el Reino Unido, de compra directa de material ferroviario de gobierno a gobierno, y las negociaciones con la Unión Soviética para comprar petróleo crudo a menor precio. Esta última gestión ha sido mencionada entre las causas directas del golpe militar del 6 de setiembre de 1930, ya que esto significaba el fin absoluto de la dominación petrolera estadounidense y británica en nuestro País.
En el momento del golpe militar que derrocó a Hipólito yrigoyen, fue Oyhanarte quien se mantuvo en todo momento al lado del Presidente, intentó organizar la defensa y finalmente fue él mismo quien lo protegió y logró la huida de Yrigoyen, lo trasladó en su automóvil a La Plata. Luego, refugiado en Uruguay, el gobierno militar solicitó su extradición para ser enjuiciado en Argentina por corrupción, extradición que fue rechazada por el gobierno uruguayo.
                Al morir Yrigoyen en 1933, Oyhanarte volvió a Argentina siendo inmediatamente detenido. Estuvo preso durante seis meses en la cárcel de Devoto (Ciudad de Buenos Aires), siendo luego liberado sin acusación, instalándose en París hasta 1944, año que vuelve a Argentina y es recibido por el radicalismo como un símbolo del partido. Perón le ofreció ser su vicepresidente, ofrecimiento que rechazó. Sin embargo, poco después renunció también a su cargo en el Comité Nacional de la Unión Cívica Radical en discrepancia con la formación de la Unión Democrática. Lo hace el 3 de enero de 1946, pero hombre de partido, no hace pública su determinación hasta dos meses después de los comicios del 24 de febrero, en que triunfa el entonces coronel Perón. Aun en la fuerte discrepancia no quiso perjudicar a la U.C.R. En esa renuncia (que fue su último documento político) Oyhanarte habla claro y habla fuerte: acusa al Comité Nacional de ser el responsable de lo que en efecto ocurrió, es decir la confusión popular por haberse apartado de la histórica línea de la intransigencia radical. Sostiene que el destino radical, en el gobierno o en el llano, está en preservar el futuro. Aconseja, conmovido, que la U.C.R. esté unida “...con fe en su ética y en su porvenir... Y así a de ser porque la Providencia nos ha brindado la adversidad, pero nos ha excluido de la indignidad.”
                Una dolorosa enfermedad lo aqueja y le impide desplazarse normalmente. Muere, a los 61 años, el 7 de noviembre de 1946. Su cuerpo es velado en su casa de la calle Arroyo, en una sala presidida por un gran retrato de Hipólito Yrigoyen. Una multitud de radicales y su familia lo llevan a pulso hasta su destino final, el único posible para un luchador de su talla: el Panteón de los Héroes de la Revolución del 90, en La Recoleta. Allí está junto a Alem, y junto a Yrigoyen.

Pablo Eduardo Vázquez