Fue uno
de los tantos militares que compartían con aquellos dirigentes de la época como
lo eran Alem, Aristobulo del Valle, Bernardo de Irigoyen, Alsina, etc., una
misma visión acerca del país, el gobierno, sus gobernantes y los excesos de
esta oligarquía que detentaba y abusaba del poder en nuestro país.
Mariano
Espina era un innegable patriota, había participado como militar expedicionario
de la Conquista
del Desierto y creía en la grandeza de un Estado Republicano, en la civilidad y
la causa nacional, por ende, fue un interminable seguidor de Leandro Alem y su
causa contra el régimen oligárquico, “falaz y descreído”.
Su
compromiso lo llevó a participar en la fundación de la Unión Cívica y luego ser uno de los Jefes
militares de la Revolución del Parque en 1890 al mando de su
Regimiento que se había sublevado y levantado las armas en favor de la
revolución.
Más
tarde siguiendo siempre a Alem, que lo consideraba su líder político,
participaría en la fundación de la Unión Cívica Radical. Allí, fue parte de la Convención Nacional
y del Comité Nacional. En los altos cuerpos del Partido sostuvo sus ideas con
absoluta intransigencia, mostrándose siempre como adversario de toda componenda
con el régimen. Siempre puso por delante su condición de ciudadano sobre su
profesión militar.
En 1893
en la Revolución
Radical de aquel año liderada por Leandro Alem, aquí también
sería un importante artífice de las luchas que fueron llevadas adelante por
Alem en Rosario donde el Coronel Mariano Espina lideró un fuerte enfrentamiento
contra los leales al Gobierno sobre el Río Paraná.
SU INTERVENCIÓN EN LA REVOLUCIÓN DEL PARQUE – 1890
En la
madrugada del 26 de julio de 1890, Leandro Alem tomó el Parque de Artillería de
la Ciudad de
Buenos Aires, actual Plaza Lavalle (donde hoy se levanta el edificio de la Corte Suprema de
Justicia), ubicado a 900
metros de la casa de gobierno, frente a las obras recién
iniciadas del Teatro Colón. Simultáneamente, desde Palermo, el coronel Figueroa
y el coronel Mariano Espina sublevaron el Regimiento 9º de Infantería.
Tanto
los civiles como los militares revolucionarios comenzaron los enfrentamientos
con las fuerzas leales al gobierno en varios sectores de la ciudad. El centro
principal de los enfrentamientos se trasladó a la plaza Lavalle que se
convirtió en un gran campo de batalla, allí los revolucionarios ubicaron los
principales cantones.
El
General Levalle ordenó a las tropas leales al gobierno avanzar por la calle
Talcahuano contra las posiciones revolucionarias en la Plaza Lavalle, las
tropas del gobierno sufrieron un enérgico ataque por parte del batallón
encabezado por el coronel Espina y apoyado por los cañones del mayor Day. Las
fuerzas leales fueron completamente diezmadas. Fue en este combate en el que
murieron gran parte de los soldados y milicianos que defendían el Cantón de la Escuela Avellaneda.
El lugar fue conocido con el nombre de "Esquina de la Muerte". En esas
condiciones cayó la noche y los combates prácticamente cesaron. Los
revolucionarios aprovecharon la noche para consolidar sus posiciones y extender
los cantones.
El día
27 de julio a primera hora el general Levalle volvió a ordenar un ataque de las
tropas del gobierno contra las posiciones revolucionarias por la calle
Talcahuano. El "Cantón Bartolomé Mitre", ubicado en Córdoba y
Talcahuano fue el punto crucial del combate durante más de dos horas. Finalmente,
las baterías del mayor Day definieron el combate causando gran cantidad de
muertos.
En esas
circunstancias el Coronel Mariano Espina, desatendiendo las órdenes de Campos,
contraatacó por la misma calle Talcahuano, con la intención de atacar la Plaza Libertad por
el flanco izquierdo. La lucha se hizo cuerpo a cuerpo.
El martes 29 de julio de 1890,
después de cuatro días de combates con centenares de muertos esparcidos por las
calles de Buenos Aires, la Revolución había sido derrotada. Uno de sus jefes
civiles, el senador Aristóbulo del Valle, firmó la rendición. Dos regimientos,
el 1º de Artillería y el 9º de Infantería, no aceptaron la capitulación.
Mientras se organizaba la rendición, el coronel Mariano Espina, jefe del 9º,
ordenó el ataque hacia Plaza de Mayo. Quería tomar la Casa de Gobierno. El
principal obstáculo del coronel insurrecto no eran las tropas oficiales sino
sus propios jefes revolucionarios. Espina ya era un sublevado de su propio
bando: “Si no te rindes, nos veremos obligados a pegarte cuatro tiros”, lo
previnieron. Espina respondió: “A ustedes debería despedazarlos una bala de
cañón, por cobardes y borrachos”, respondió. En el atardecer del martes 29 de
julio, el jefe civil de la
Revolución, el diputado Leandro Alem, se iba del Parque entre
decenas de cadáveres y heridos, la revolución había sido vencida.
SU INTERVENCIÓN EN LA REVOLUCIÓN RADICAL DE 1893
El 24
de septiembre Mariano Candioti con un ejército cívico-militar volvió a
levantarse en armas en la
Ciudad de Santa Fe y luego de dos días de combate fueron
derrotados. Ese mismo día Alem llegó a Rosario e instala allí la junta
revolucionaria integrada por Oscar Liliedal, Lisandro de la Torre, Martín M. Torino,
Víctor Molina, Ferreyra Cortés y otros, la población lo recibió como un héroe, se
apoderan de la ciudad y Alem fue proclamado presidente de la Nación en una gran asamblea
popular. Inmediatamente se organizó un ejército popular. En el puerto de
Rosario, el buque "ARA Los Andes" de la Armada, al mando del
teniente de fragata Gerardo Valotta se plegó a la revolución y participó en el
Combate naval de el Espinillo donde se enfrentó al Capitán Manuel García
Mansilla, lo mismo hizo la torpedera Murature en el Tigre, que en el combate
recibió daños de consideración y sufrió tres bajas (el guardiamarina Arturo
Ferreyra y dos maquinistas muertos, además de varios heridos), Danuzzio no tuvo
más remedio que rendirse. A bordo de este buque se encontraba el coronel Espina
quien fue tomado prisionero.
Finalmente luego de combates muy
intensos en diferentes zonas de Rosario, Los revolucionarios y las principales
figuras de la oposición son detenidos y conducidos a los buques “Ushuaia” y
“Rosetti”. El coronel Espina es llevado a la Penitenciaria Nacional,
en Buenos Aires.
El Coronel mariano Espina es
llevado rápidamente a juicio ante un tribunal Militar, este proceso durará solo
un día y el coronel es sentenciado a muerte. Esta acción tomará estado público
y producirá un gran debate en torno a la pena de muerte.
Esta condena a muerte por una
corte militar fue la razón determinante
de que por primera vez fuesen admitidas las mujeres en el recinto del Congreso.
Las damas entraron en el Congreso, Iban a pedir por la vida de un condenado a
muerte: el coronel Mariano Espina, sublevado con Leandro N. Alem contra el
gobierno de la Nación Las
mujeres no habían manifestado jamás su interés por las cosas políticas y los
negocios públicos, que pertenecían por entero a los hombres. Pero esta vez lo hacían
por un héroe. En la cámara de diputados, después de un arduo debate, se
reconoció el derecho de las mujeres a presenciar las sesiones, esta acción puede
tomarse como la primera conquista política de la mujer argentina.
En Montevideo se producen
manifestaciones exigiendo que el presidente Herrera se dirija al presidente
argentino pidiéndole por la vida del coronel Espina. El presidente de Chile se
dirige también a Sáenz Peña. En la plaza de Mayo se congregan multitudes, ante
tanta presión, la pena fue conmutada por el presidente de la Nación, Luis Sáenz Peña.
Luego de tales acontecimientos, se
dedicaría de lleno a la vida política partidaria de la U.C.R.
También corresponde a una iniciativa
y obra suya la construcción del Mausoleo que honra a los Héroes del 90. En
septiembre de 1892, el Coronel Mariano Espina ante la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires donó
a perpetuidad el terreno en el llamado Cementerio del Norte (Recoleta) a fin de
que la Comisión
presidida por el mencionado Espina se encargara de erigir un monumento a los
caídos en dicha revolución. Allí se erigió el actual panteón y monumento a los
caídos, cuya bóveda interior guarda los restos de militares y civiles que
ofrendaron su vida en la citada gesta así como los de algunos próceres de la
civilidad fallecidos posteriormente. Los restos del mismo Mariano Espina se
encuentran en el mencionado Panteón.
Pablo
Eduardo Vázquez
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