domingo, 4 de octubre de 2015

Adolfo Güemes: El Progresismo Salteño


Nació en Salta el 10 de septiembre de 1873, era el menor de los hijos de Luis Güemes Puch y de Doña Rosaura Castro Sanzetenea y por consiguiente, nieto del general Martín Miguel de Güemes, legendario y gran patriota, defensor de la Frontera Norte y héroe de la Guerra Gaucha.
Adolfo, realizó sus estudios primarios y secundarios en Salta, egresando como bachiller del Colegio Nacional. Se doctoró en medicina en la Universidad de Buenos Aires en 1898, con una tesis titulada “Contribución al estudio de la policerosis tuberculosa”, continuando luego sus estudios en Francia (donde logra otro doctorado), Austria, Alemania y Rusia.

Emprende el regreso al país en 1904, su carrera profesional lo encuentra desarrollándose como médico estable en el Hospital Rivadavia de Buenos Aires.

También por ese entonces, luego de entrevistarse con Hipólito Yrigoyen, se afilia y enlista en las filas de la Unión cívica Radical, no cabían dudas que por su forma de ser y por sus convicciones e ideales que había asimilado desde muy chico producto de pertenecer a una familia que desde siempre estuvo involucrada y comprometida con los valores y el mas profundo sentir patriótico, que su lugar en el mundo de la política no podía ser otro que la Unión Cívica Radical.

                Durante la década del diez se instaló nuevamente en Salta, allí colabora intensamente con sus correligionarios en el gobierno provincial. El prestigio adquirido por Adolfo Güemes en el radicalismo nacional influye en gran medida para que en 1921 el Presidente Yrigoyen ordenara a los Ferrocarriles del Estado la iniciación de la construcción del ferrocarril a Huaytiquina, el viejo anhelo salteño. Su fuerte campaña en favor de semejante obra y que finalmente se concretara la construcción del Ferrocarril de Huaytiquina, lo terminó de catapultar como el dirigente político más importante de la Provincia, esta obra conectaría a Salta con Chile, de esta manera la provincia tendría la salida al Pacífico con la importancia que esto llevaría desde el punto de vista económico ya que la Salta ampliaría sus fronteras en materia de exportaciones tanto para el ganado como para la producción vitivinícola y azucarera.

Sus ideas y su personalidad lo definían como una persona comprometida con la patria y el respeto indeclinable por la constitución y sus leyes que creía que merecían el respeto casi sacrosanto, un demócrata a todas luces, defensor de la libertad y de la igualdad de oportunidades y gran enemigo de las prebendas y de los acomodos. A través de su figura y el respeto que él profesaba ante toda la sociedad es que la Unión Cívica Radical encontró en Adolfo Güemes el dirigente ideal en la provincia de Salta para crear un verdadero proyecto de unidad y trabajar con la firme posibilidad de llegar a la gobernación de aquella Provincia.

                En el año 1922, su enorme prestigio y su conocimiento profundo de la realidad, hizo que el radicalismo lo proclamara candidato a gobernador de su Provincia, ganó las elecciones y fue elegido gobernador de su provincia, asumiendo el mando el día 1 de mayo y ejerciendo el cargo hasta 1925. Su gobernación quedó en la historia de la provincia por ser una de las más brillantes, entre sus logros podemos enumerar y distinguir que: en el orden financiero hizo cuestión fundamental del pago de las obligaciones saneando las finanzas de la provincia que estaban jaqueadas a su llegada, llevó a buen término una campaña sanitaria para terminar con el paludismo. Impuso severas normas éticas en varios aspectos de la administración y defendió los derechos salteños al petróleo contenido en el subsuelo de la provincia, como así también creó centros asistenciales para niños, construyó el Hospital Materno Infantil, continuó una obra iniciada por su tío abuelo Dionisio Puch que fue el cementerio de la Santa Cruz, la ya mencionada obra del ferrocarril y generó una fuerte política de expansión en la producción vitivinícola y azucarera. También creó numerosos parques y plazas en la capital.

                Por su iniciativa y siendo Gobernador de la Provincia, en junio de 1924, decreta el inicio institucional de la Agrupación Tradicionalista Gauchos de Güemes, de la cual fue nombrado presidente honorario.

Centró los objetivos de su gestión en la educación y la salud pública y en la austeridad fiscal, que acompañó con su propia austeridad personal, llevó adelante una gestión brillante. Su gobierno fue una lucha tenaz contra intereses muy poderosos, que no pudieron torcer la fuerza de sus pensamientos progresistas, su gobierno fue digno de los principios del radicalismo. No fue fácil la lucha con las petroleras, no fue sencillo alejar el drama del paludismo, no fue sencillo hacer notar que imperaba la ética total, no fue fácil pero su gobierno provincial consiguió los mencionados objetivos para toda la sociedad salteña.

                Su política hacia el campo le valió el reconocimiento al punto de ser distinguido y elegido como presidente de la Sociedad Rural Salteña desde 1925 a 1926 aun siendo que los miembros de esta organización no comulgaban ni con sus ideas ni con las del radicalismo.

                Al finalizar su mandato regresó a Buenos Aires, donde ejerció la medicina y fue nombrado Profesor Honorario de la Facultad de Medicina de Buenos Aires.

                Una vez derrocado Hipólito Yrigoyen el 6 de septiembre de 1930, y ante el comienzo de la década infame, el radicalismo viviría una de sus horas más aciagas, su pariente José Félix Uriburu era el Presidente de la Nación y en 1931 decide llamar a elecciones, “a modo de prueba se realizan solamente en la provincia de Buenos Aires, donde en abril de 1931, los radicales ganan las elecciones para gobernador. Ante esa situación, el gobierno de José Félix Uriburu decide desconocer el resultado y anularlas.

                También en 1931, la Convención nacional de la Unión Cívica Radical decide participar de las elecciones Presidenciales llevando la Formula Marcelo T. de Alvear – Adolfo Güemes, pero la fórmula fue proscripta: en el caso de Alvear, por no haberse cumplido los seis años ordenados por la ley para ser nuevamente electo, y en el caso de Güemes, por haber simpatizado con el gobierno constitucional de Yrigoyen, fundamentación vergonzosa e increíble que demostraba la clase de calaña que gobernaba nuestro país.

                Debido, a que el radicalismo fue despojado de la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires habiendo sido legítimo vencedor y ante la proscripción de sus candidatos para la Presidencia, la Unión Cívica Radical dejaba en claro que no estaban dadas las condiciones democráticas, ni constitucionales para que las elecciones se desarrollaran normalmente y por ende se decide la abstención en las elecciones presidenciales. Esa abstención, en vez de ser acompañada por los demás partidos opositores que se jactaban de ser democráticos, fue aprovechada por los socialistas y demoprogresistas que lanzaron la fórmula presidencial integrada por Lisandro de la Torre y Nicolás Repetto, con una fuerte e impensada cosecha de legisladores, a la par que legitimaban aparentemente, a un gobierno –el del general Agustín P. Justo- surgido de un fraude más que escandaloso.

                El Dr. Adolfo Güemes será uno de los dirigentes nacionales de más peso de la Unión Cívica Radical por ese entonces y por consiguiente se ganará rápidamente la antipatía del gobierno provisional. Adolfo Güemes expondrá sobre aquellos que detentaban el poder a espaldas del pueblo: “... Hombres de criterio simplista, creen en la eficiencia de la violencia para torcer, por miedo, la irrevocable voluntad del pueblo; pésimos psicólogos, no se dan cuenta que las persecuciones, destierros, confinamientos, no han servido ni servirán jamás, sino para dar mayor unidad y cohesión a nuestro partido, pues nada vincula más a los hombres que los sufrimientos e injusticias compartidas; en cambio: los placeres fáciles, bailes, excursiones y banquetes mientras miles de compatriotas padecen hambre, suelen generar malas digestiones, insomnios rebeldes y tenaces.”

                El doctor Güemes Presidió el Comité Nacional de la Unión Cívica Radical, e inspiró el manifiesto del Comité Nacional de 1932, en que la Unión Cívica Radical, conforme a sus grandes pronunciamientos de 1927 y 1928, fijó otra vez su posición frente a las empresas privadas del petróleo. “Por lo que respecta al monopolio del Estado –decía el documento- no comprendemos cómo puede haber argentinos que nieguen a su patria ese derecho, para darlo a corporaciones internacionales”

                Acusado por los intentos revolucionarios del radicalismo con el fin de restablecer el orden constitucional y democrático, fue arrestado en 1933 en la Isla Martín García y trasladado a la Cárcel de Ushuaia, junto con otros dirigentes radicales como Ricardo Rojas, Enrique Mosca, Marcelo T. de Alvear, Honorio Pueyrredón y José Luis Cantilo. Güemes fue uno de los apresados en Santa Fe, en 1933. Aquellos personeros del régimen no podían comprender como los nietos de los generales Alvear y Güemes, que por cuna pertenecían a esa supuesta categoría que se dio en llamar “patriciado”, podían ser los portavoces de la chusma radical y soportar cárceles y privaciones, en vez de gozar de los alevosos privilegios que en vez de usufructuar, rechazaban asqueados.

                El Dr. Güemes, fue un fervoroso sostenedor de la abstención contra el fraude. Y se opuso tenazmente a que la misma fuese levantada, lo que ocurrió en los arduos debates de la Convención Nacional de la U.C.R. iniciados el 27 de diciembre de 1934 y cerrada en la noche del 2 al 3 de enero de 1935, alejándose allí de los primeros planos de la conducción partidaria.

                Demostrando su compromiso con la sociedad y su entorno, es que en 1945 hizo donación al Museo Colonial, Histórico y de Bellas Artes de varias obras artísticas de su propiedad. Pero también, desde siempre, el Dr. Adolfo Güemes estaba presente colaborando calladamente, por el mero gusto de ver progresar a su pago; como, por ejemplo, durante la intendencia de Luis Langou, regalando todas las plantas que adornaron el Rosedal del entonces recién remodelado Parque San Martín.

                En el año 1946 triunfa Perón y -a pesar de las diferencias- lo convoca a integrar el Gobierno nacional en el cargo que él quisiera debido a su gran prestigio. Al respecto, Alberto Pavón Pereyra, un estudioso de la figura de Perón contó que Güemes le contestó “Presidente yo estoy de acuerdo con su obra social, pero estoy viejo para cambiar de caballo a mitad del río y voy a morir radical”.
 

                En su testamento donó una chacra que había pertenecido a su abuelo, el general, conocida como “El Carmen de Güemes” para ser destinado a ser una escuela-granja, objetivo que se cumpliría en 1952.

                Falleció en  la ciudad de Buenos Aires el 4 de octubre de 1947, víctima de un infarto; era soltero y no tuvo descendencia.

Adolfo Güemes se constituye por sus principios, su conducta y su labor como un gran símbolo radical y argentino. Gran gobernante, ejemplar militante, con una capacidad brillante y una ética y moral digna de los mejores dirigentes que ha dado la Unión Cívica radical y ha puesto al servicio de la República, merece el reconocimiento y el recuerdo constante de aquellos que profesan la libertad, la igualdad y la ética y moral ciudadana.

 

Pablo Eduardo Vázquez

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