
Inició
sus estudios universitarios en el año 1904, en el Instituto Superior de
Agronomía y Veterinaria, se graduó de médico veterinario en 1908 con medalla de
oro. En 1910, presentó la tesis con la cual obtuvo el Doctorado. Siendo aún estudiante,
en 1906 fue designado por concurso ayudante de Zootecnia y desde entonces
alcanzó y mereció todas las jerarquías universitarias. Consejero de la Facultad
de Agronomía y Veterinaria en 1918, desempeñó ese cargo ocho años, siendo
elegido nuevamente en 1944. Fue integrante del Consejo Superior Universitario,
en representación de esa casa de estudios desde 1925 a 1927 y de 1929 a 1931.
Sus
primeros pasos se orientaron hacia la parasitología, especialidad a la que
aportó estudios sobre nuevos parásitos detectados en el país, trabajos que
culminaron con la recordada y premiada tesis. Sin embargo, sus preferencias se
volcaban hacia la zootecnia. De esta materia fue Profesor Adjunto desde 1923 a
1961. Tuvo también a su cargo el curso de Hipotecnia entre 1941 y 1945. Al año
siguiente fue nombrado Profesor Extraordinario en la Cátedra de Zootecnia, que
dictó hasta ser jubilado en 1950 y reincorporado al cuerpo docente en 1954.
Desde
el punto de vista profesional, cabe destacar que fue designado en 1945 Miembro
de Número de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria, bajo la
presidencia del Dr. Joaquín S. de Anchorena, ocupando la banca del Dr. José
María Quevedo. Además, fue miembro fundador de la Asociación de Criadores de
Caballos Criollos de la Argentina.
Entre
sus trabajos académicos más importantes, podemos destacar las obras: Pelajes
criollos (1968), Capas del yeguarizo criollo e Hipotecnia.
Posteriormente
en 1976 mientras presidía la Academia el Dr. Antonio Pires, Emilio Solanet recibió
el título de Académico Emérito, distinción sólo otorgada a aquellos miembros de
destacada actuación académica.
Recuperó
y perfeccionó la raza criolla de caballos. Se dedicó a rescatar los valores del
caballo criollo y luchar para que no desapareciera como raza, tras
cuatrocientos años de selección natural. Convencido de que el equino criollo
primitivo se había adaptado a las condiciones más severas del medio en las
planicies patagónicas, tomó la iniciativa de buscar en las manadas de los
indios sureños yeguas rústicas y del tipo fijado en su mente, teniendo en
cuenta las que habían sobrevivido soportando las más adversas condiciones
climáticas. Con los machos siguió el mismo criterio: seleccionó los más fuertes
y rústicos y del tamaño por él establecido, este trabajo lo realizó en manadas
de indios tehuelches y formó así, sobre esas bases, en su establecimiento, El
Cardal, 6.000 hectáreas de campo en Ayacucho, los anhelados reproductores hasta
que en 1922 logró que la Sociedad Rural Argentina aprobara el standard de la
raza criolla por él concebido. Esto lo convirtió en pionero en el ordenamiento y mejoramiento genético de los caballos criollos.
Cabe
destacar, que la raza original es la criolla, es el caballo que trajeron los
españoles hacia distintos puntos de América. Gracias a su dedicación y
capacidad para desarrollar este tipo de equino, hoy
en día es la raza que tiene en el país mayor cantidad de animales registrados.
El pelaje que predomina en el caballo criollo es el gateado, pero posee una variedad
de pelajes que ninguna raza la tiene, como el alazán, el picazo, el overo, etc.
Hoy es la raza más importante no solamente en Argentina sino también en el
Uruguay, Paraguay, Brasil, Chile.
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Solanet con gato y Tschiffely con mancha |
Este
esfuerzo y trabajo le valió la oportunidad de demostrar al mundo las
capacidades de la raza y de los caballos que él había producido a través de
Aimé F. Tschifelly, un suizo, profesor de idiomas del St. Georges College de
Quilmes, que por intermedio del Dr. Octavio Peró, le escribió a Solanet el 22
de noviembre de 1924. Le comunicó que tenía el propósito de hacer un viaje a
caballo desde Buenos Aires a los Estados Unidos. Con ello quería demostrar las
bondades del caballo criollo, su rusticidad y la adaptación a diferentes
ambientes. Solanet estudió el pedido y resolvió atenderlo, proporcionándole al
decidido jinete dos caballos de su cría, "Gato" y "Mancha".
La hazaña de estos caballos generó una travesía sin precedentes hasta estos
días. Tuvieron su punto de partida en Buenos Aires y fueron recibidos en New
York, en el memorable raid de más de 15.000 kilómetros que, tras dos años y
medio, finalizó en Washington el 29 de agosto de 1928.
Entre
las tantas actividades que desarrollaba Emilio Solanet, también se dedicaba a
comprar hacienda que venía del sur del río Colorado, y siempre ponía atención
en los caballos de quienes se dedicaban a arrear esas reses.

Emilio
Solanet fue un hombre tenaz, inteligente, honesto y capaz, luchador incanzable
de las convicciones que lo alentaban a involucrarse con su entorno, con una
conducta intachable, abrazando desde joven los más sinceros postulados ideológicos
de la Unión Cívica Radical. Formador de alumnos, se distinguió como profesor
universitario, productor agropecuario, dirigente político y experto legislador.
Falleció en Ayacucho, su ciudad, a los 92 años, el 7 de julio de 1979.
Pablo Eduardo
Vázquez
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