sábado, 18 de octubre de 2014

Elpidio González: Humildad, Austeridad y honestidad al servicio de la República

 Hablar de un hombre que llegó pobre a la política y se fue pobre de la misma no habla de capacidad, pero si dice mucho de cómo tendría que ser el ejercicio del poder y como el tránsito por el mismo no debiera ser un trampolín hacia el bienestar o progreso de la situación personal del individuo. Existiendo a lo largo de la historia política de nuestro país tantos casos contradictorios y en contrapunto con este ejemplo es que el accionar político de Elpidio González vale rescatarlo y ponderarlo como un inagotable ejemplo.
No habla de capacidad política, como dijimos, pero habla de honestidad, conducta, ética y moral puesta al servicio de la patria y el pueblo. Tal vez esta sea la razón por la cual Elpidio González haya sido olvidado prácticamente por completo de la Historia Política Argentina y creemos que es porque su “Ejemplo pone en evidencia a muchos otros que ostentaron el poder a iguales niveles que Elpidio González pero a diferencia de este se sirvieron de la Política, del poder y de la República para beneficio personal.
Nació en Rosario, el 1 de agosto de 1875, sus padres fueron Domingo González (coronel del ejército) y Serafina. Realizó sus estudios primarios y secundarios en Rosario y posteriormente se mudó a Córdoba con su madre donde cursó estudios universitarios de Derecho en la Universidad Nacional de Córdoba, logró llegar a quinto año para luego recibirse de abogado en 1907 en la Universidad Nacional de La Plata.
Su trayectoria Política comenzará a comienzos del Siglo XX cuando se sumó a las filas de la Unión Cívica Radical, fue amigo personal y parte del grupo más cercano a Hipólito Yrigoyen.
Participó de la Revolución Radical del 4 de Febrero de 1905 comandando un pelotón revolucionario, después de esta revuelta, como resultado de la misma, sería la primera vez que debió sufrir la pena de prisión por su accionar político y revolucionario.
Con la aprobación de la Ley Sáenz Peña fue candidateado como gobernador de Córdoba, con vistas a las elecciones de 1912, pero rechazó esta propuesta aunque participó activamente en la campaña electoral entablando una relación fluida con Yrigoyen, esta campaña contó con el apoyo del payador Gabino Ezeiza y el cura Gabriel Brochero. En ese mismo año fue elegido diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires.
En 1916 es elegido diputado nacional por la Provincia de Córdoba. Se desempeñó como Ministro de Guerra entre 1916 y 1918 y Jefe de Policía de la Ciudad de Buenos Aires entre 1918 y 1921. En este último año fue elegido presidente de la Unión Cívica Radical.
En 1922 fue elegido vicepresidente de la Nación acompañando a Marcelo T. de Alvear (1922-1928), luego de derrotar a la alianza de partidos conservadores llamada Concertación Nacional. Durante este mandato mantuvo un fuerte enfrentamiento con el presidente, como fruto del conflicto entre yrigoyenistas o personalistas y alvearistas o antipersonalistas.
En 1928 durante la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen (1928-1930) fue Ministro del Interior hasta el golpe militar del 6 de septiembre de 1930, que lo encarceló durante dos años.
En 1933, al dejar la prisión y al estar al mando de la Unión Cívica Radical el Dr. Marcelo T. de Alvear con quien mantenía fuertes diferencias políticas se fue distanciando de la vida política.
Su contexto personal lo encontraba en un momento de difícil situación económica, una hipoteca que pesaba sobre su casa de la calle Gorostiaga fue ejecutada y debió ir a vivir a una humilde pensión. Ante la necesidad de buscar una actividad para ganarse la vida, consiguió trabajar como corredor de la empresa de anilinas "Colibrí" vendiendo anilinas, betún y pomadas en la calle.
Así fue como el secretario de la Presidencia lo vio vendiendo anilinas en Plaza de Mayo, al comunicárselo al Presidente J.P Justo, éste le entrega un sobre con dinero para Elpidio, ante aquel buen gesto respondió: “No voy a permitir que me ofenda el Presidente ni nadie, por mas buena voluntad que haya en el medio”.
Debido a esta circunstancia, el Diputado conservador Adrián Escobar presenta un proyecto de ley que establece la pensión vitalicia para los ex presidentes y vicepresidentes, (dando origen aquí a las Jubilaciones de Privilegio). En el debate parlamentario, se hace alusión al caso de González.
Cuando un amigo le comenta eufórico a Elpidio que de ahora en mas cobrará 2000 pesos de jubilación por sus funciones, la respuesta fue tajante: “No, yo no puedo aceptar eso. Hay que servir a la Nación con desinterés personal, y después de disfrutar el honor de haber sido presidente o vice, no se le puede exigir al Estado que nos mantenga con altos sueldos vitalicios”.
Pero para no dejar dudas, con la ley ya sancionada y promulgada, envía una carta al Presidente de la republica: “…cúmpleme dejar constancia ante el señor Presidente, mi decisión irrevocable de no acogerme a los beneficios de dicha ley. Al adoptar esta actitud cumplo con íntimas convicciones de espíritu.
Reaparecerá en la política después de muchos años en 1942, en aquel entonces juntamente con una invitación hecha al Comité Nacional de la Unión Cívica Radical por parte del Partido Socialista para participar de una conjunción de partidos políticos (Unión Democrática), reaparece don Elpidio González para ser recibido en audiencia por el presidente Ramón S. Castillo, a quien solicitó diera por terminada de una vez y para siempre la era del fraude en la Argentina.
La posición unionista iba tomando consistencia en varias provincias, y también en la Capital Federal. Por su parte, Elpidio González, Amancio González, Zimmerman y Pueyrredón viajaron a Rosario para entrevistarse con Amadeo Sabattini en donde conversaron sobre una fórmula Pueyrredón–Sabattini y presentarla a la Convención Nacional con la finalidad de neutralizar los objetivos unionistas. Lo que luego sucedería es otra historia. Pero luego de ser derrotada su posición hacia dentro de La Unión Cívica Radical, Elpidio González, fiel a lo que fue durante toda su vida y una vez mas respetando las mayorías y la lealtad a su Partido se puso a la cabeza de la campaña, siendo este su último accionar político.
A principios de 1951 fue operado, estuvo internado seis meses en el Hospital Italiano porque no tenía hogar ni quién se encargara de atenderlo. Fallece en Buenos Aires, 18 de octubre de 1951.
Un ejemplo que merece ser recordado y tenido en cuenta constantemente por su honestidad, desinterés personal, su convicción intransigente y su lealtad a su partido, sus ideas y a la Patria.

Pablo Eduardo Vázquez

No hay comentarios:

Publicar un comentario